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miércoles, 5 de septiembre de 2007

A PROPOSITO DE LA CARTA DE DESPEDIDA DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ.


A PROPOSITO DE LA CARTA DE DESPEDIDA DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ.

Hace poco apareció publicado en este mismo diario un articulo de la poetisa Luz Samanez Paz (a quién no tengo el honor de conocer sino únicamente por referencias periodísticas, por estos mismos medios sé también que esta digna dama Abanquina ha sido homenajeada por la Asociación Latinoamericana de Poetas en la ciudadela de Machupicchu).1 Se afirmaba en el artículo en mención, muy tierno y poético por cierto, que el gran García Marquez, aquejado por una enfermedad terminal, había escrito una hermosa carta, a guisa de despedida, donde expresaba sus sentimientos a todos sus amigos.
Tiempo atrás había ya leído algo de esta famosa carta en el internet (el nuevo Abraxas [Dios del bien y del mal a la vez] de nuestros tiempos). Titulaba " La Marioneta". Se decía que lo había escrito Gabo aquejado por un cáncer linfático.
La epístola de marras me recordaba un poema, no menos famoso. Instantes, atribuido alguna vez a Jorge Luis Borges. Ambos tienen un aire, un tufillo a esa literatura de autoayuda del estilo Dale Carnegie, Prentice Mulford u Og Mandino: disfruta-el-día-se-positivo. Llevado por mi voraz curiosidad pude informarme además, en ese maremagnun de información del ciberespacio, de que Gabo no era pues el autor de aquella carta, que incluso alguna vez había renegado de ella afirmando que "lo que realmente me puede matar es la vergüenza de que alguien crea que de verdad fui yo quién escribió una cosa tan cursi". Pero, inconteniblemente la carta se había difundido, literalmente, por el orbe para vergüenza del escritor colombiano.
Este fenómeno no es nuevo en la literatura. Así como se plagian desde artículos periodísticos hasta obras enteras (recuérdese el affaire Bryce Echenique), existen anónimos escritores que atribuyen a un famoso autor una creación propia. O simplemente algunos guasones inescrupulosos que difunden una obra, como falsas monedas que circulan de mano en mano desconociéndose su espurio origen, suplantando a su oscuro creador por una luminaria. El internet ha hecho más fácil esta labor y hay mucha gente, incluso intelectuales de la talla de nuestra galardonada versadora, que de muy buena fe caen en este ardid.
Son pocos los que alguna vez no han leído o por lo menos oído hablar del poema cuya paternidad le atribuyeron a Borges. Instantes. Sin embargo aún ahora mucha gente cree que efectivamente es así, aún cuando la propia Maria Kodama, viuda del argentino, lo haya desmentido, aún cuando se hayan escrito extensos ensayos literarios para diseccionar el estilo y demostrar que ese poema no podía pertenecerle por ningún motivo, ni siquiera por la época cronológica en que se difundió. Ni siquiera porque se aludieron a Nadine Stair o Don Herald como posibles autores de aquella creación cuyo rótulo en ingles era algo así como If i had my life to live over. Muchas personas siguen pensando que Borges escribió aquel poema que algunos intelectuales han estigmatizado como un bodrio, menos severos que García Marquez que calificó simplemente de cursi a "La Marioneta".
Volviendo a nuestra ya famosa "carta de despedida de un genio", de la que el propio genio de Aracataca siente vergüenza que se le vincule: es muy probable que su autor sea el cómico mexicano Johny Welch, quién habría publicado en 1996 (habría digo porque no lo he visto ni lo he tocado) un libro titulado "Lo que me ha enseñado la vida", donde se puede hallar la misiva con el título de "Si yo tuviera vida".
Sea cierto o no lo que se rumorea en la red, pero la verdad es que esta carta ha cobrado vida propia y ahora es tan famosa como el creador de Macondo y la saga de los Aureliano Buendía.
Abancay, agosto 22 del 2007.

CONVICTO Y CONFESO.


CONVICTO Y CONFESO.
Algunas precisiones con relación a estos dos términos.

Hay palabras en el habla común con bastante arraigo que no podemos deshacernos de ellas y las utilizamos muchas veces ignorando su real significado y su mas remoto origen. Por ejemplo es frecuente escuchar que la gente al adquirir sus productos en una tienda de barrio y hasta en los grandes almacenes solicite "cuáquer" en lugar de avena; "kolinos" por un dentífrico; "guillette" por las hojas de afeitar, y así por el estilo. Los dependientes al oír estos términos ya saben de que se trata. Estas palabras tienen su origen en las marcas de registro, sin duda muy difundidas, de algunos de estos productos que se remontan todavía a nuestros abuelos, de quienes los hemos legado como un inconsciente colectivo que se transmite de generación en generación.
En el ámbito judicial también existen arcaísmos, latinazgos y otras palabras que suelen utilizarse en los documentos jurídicos, muchos de ellos han perdido vigencia, pero algunos conservan su actualidad, solo que no se les da el uso adecuado, de manera que al ubicarlos en el lugar inadecuado le dan otro cariz a la frase o mensaje que quería transmitir la persona (la que aboga, la que juzga o simplemente la que comenta). Sucede esto con la palabra convicto.
Quién haya leído con detenimiento documentos jurídicos (resoluciones judiciales, dictámenes, recursos, etcétera), en todas las instancias, se ha encontrado con algo similar a esto:
1) Exp. Nº 967-88 Huánuco.
DICTAMEN FISCAL
SEÑOR PRESIDENTE DE LA SEGUNDA SALA PENAL DE LA CORTE SUPREMA:
Viene el proceso en recurso de nulidad (...) El sentenciado ante la policía y ante el juez (fs. 7 y 40) ha manifestado que adquirió la droga (...). Es convicto y confeso (...)
2) (...) Las diligencias y pruebas actuadas durante el curso del proceso, aparte de poner en evidencia la plena responsabilidad de los encausados que son convictos y confesos en el execrable crimen cometido, exterioriza conductas alevosas y pérfidas en sus autores (...)
3) (...) los acusados (...) al prestar sus correspondientes declaraciones instructivas que corre del primero a fojas veintiséis, veintisiete y veintinueve y del segundo a fojas cuarentisiete y cincuenticinco son convictos de la comisión de los hechos (...).
4) (...) El acusado es convicto y es confeso cuando dice que orientado por el ingeniero (...) es que llenó una planilla de pagos para supuestos seis trabajadores (...).
En muchas de estas piezas jurídicas se utiliza como sinónimo de confeso la palabra convicto, cuando ambas tienen significados muy distintos. Convicto, no es un arcaísmo ni nada por el estilo, para los fines del presente comentario, tiene dos acepciones: en primer lugar se denomina así al acusado a quién se le ha probado su delito legalmente o con verdad procesal (que es distinta a la verdad real), por ejemplo: "reo convicto del delito de Homicidio"; pero, también se dice, como un adjetivo utilizado en el campo del Derecho, del reo a quién legalmente se ha probado su delito, aunque no lo haya confesado.
Esta es la gran diferencia con la palabra Confeso, que como adjetivo se dice del acusado o penitente que ha confesado su delito o culpa; o también, ya más específicamente, se denomina confeso al reo o al litigante que ante el juez declara su culpabilidad o su falta, verbi gratia: "confesó el crimen, se confesó culpable".
Anotadas estas diferencias, resulta pues un contrasentido, una incongruencia citar como sinónimos estas dos palabras, cuando tienen implicancias antípodas.
El término confeso es muy utilizado en nuestro contexto judicial, a diferencia de convicto, incluso esta considerado como un Derecho Premial, es decir que implica una atenuación genérica, una rebaja al momento de imponerse la sanción penal a una persona que se haya declarado culpable de los cargos ( Art. 136 del Código de Procedimientos Penales y Art. 46, Inc. 10 del Código Penal)
Por el contrario convicto es de uso común en al ambiente judicial norte americano. Como se sabe los gringos cuentan con un sistema procesal acusatorio o adversarial y al momento de dar inicio a sus juicios penales el magistrado le pregunta, de inicio, al acusado si es autor del delito que se le imputa. Si este responde afirmativamente el Juez declarará la conclusión del juicio, en caso contrario el proceso continuara hasta la decisión del jurado, de manera que si se le declara culpable, automáticamente ese reo adquiere la condición de convicto, que es como le denominan también en los establecimientos penitenciarios. El Código Procesal Penal cuya vigencia se viene implementando adopta este sistema y ha contemplado también la hipótesis anterior en el Art. 372, entonces ya no será nada raro, en lo venidero, hacer un uso adecuado de esta palabra.

¿PUEDE LA LITERATURA DESBORDAR EL CONTEXTO SOCIAL EN EL QUE SE DESARROLLA LA TRAMA?


¿PUEDE LA LITERATURA DESBORDAR EL CONTEXTO SOCIAL EN EL QUE SE DESARROLLA LA TRAMA?

Quién tenga alguna afición por la literatura y con cierta regularidad se despacha un buen libro, sabe que la ficción esta construida sobre tres aspectos: el espacial (el lugar o lugares donde el autor recrea su imaginación), el temporal (los tiempos en que se desarrolla la historia) y el nivel de realidad (que puede ser, como alguna vez los denominó Vargas Llosa, el mundo "real" y el mundo "fantástico").
No tenemos la intención de desarrollar en este breve espacio teorías o técnicas de la redacción literaria, que muy bien y mucho mas ampliamente podrían encontrarlo en cualquier libro de la materia, tan solo hacer una referencia del nivel de realidad que puede observarse en algunas obras literarias a partir de nuestra experiencia como lector, de un mordido por la literatura.
Así entonces, citando nuevamente a Mario Vargas Llosa, quién para mi gusto es uno de los mejores escritores del país de todos los tiempos, el mundo "real" en una obra literaria esta constituido por toda persona, cosa o suceso reconocible y verificable por nuestra propia experiencia del mundo (la política, la guerra, un proceso judicial, el amor, etcétera); por ejemplo la mayoría de los cuentos de Julio Ramón Ribeyro pertenecen al "mundo real", sean estos existenciales, autobiográficos, raciales, de circunstancias, etcétera; igualmente la novela histórica de Truman Capote "A sangre fría", en donde se narra todos los pormenores del proceso judicial que concluyo con la pena de muerte de dos jóvenes que asesinaron a toda una familia en la Norteamérica del siglo pasado, comprenden hechos verificables por nuestra experiencia humana. Podrían citarse innumerables obras mas.
En tanto que el mundo "fantástico" resulta siendo todo lo contrario abarcando lo mágico, lo milagroso, lo legendario, lo paranormal, lo mítico, etcétera. Verbigracia: el "Pedro Páramo" de Juan Rulfo; "Chac Mol" de Carlos Fuentes; los cuentos de Jorge Luis Borges, entre muchos otros.
Hay creaciones literarias que se sitúan en estos dos planos: el "real" y el "fantástico", un ejemplo es la mega novela recientemente homenajeada "Cien años de Soledad" de Gabo García Marquez o el famoso mini cuento de Augusto Monterroso "El Dinosaurio" (Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí).
Ahora bien, cuando se trabaja en una ficción literaria dentro del nivel del "mundo real" obviamente se tienen que respetar algunos parámetros. Habría un quiebre, por ejemplo, en el contexto de la novela "A sangre fría" si a Perry y Dick, los asesinos de los Clutter vecinos de Holcomb, Kansas, les hubieran procesado bajo nuestro sistema procesal, es decir con un Juez Instructor y luego sometidos a un Juicio Oral con intervención de tres vocales, aplicándose una realidad muy ajena a la sociedad norteamericana.
A eso es lo que apuntamos con el presente comentario. Hacer notar algunas rupturas del mundo "real" en las obras literarias, que por cierto no le quitan mérito, ni calidad a la creación intelectual. "Abril Rojo", de Santiago Roncagliolo, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2006, una fabulosa novela situada en el plano del mundo "real", muy bien elaborada, un libro que jala de principio a fin. El protagonista de esta interesante ficción es el Fiscal Distrital Adjunto Félix Chacaltana Saldivar. Pero el membrete rompe el contexto social en que se desarrolla la trama. En el Perú, nótese que la aventura tiene lugar en la ciudad de Ayacucho entre marzo y abril del año 2000, no existen en la "realidad" los Fiscales Distritales, es un cargo del sistema de justicia Norteamericano. Igualmente en este mismo libro el autor, mediante el Fiscal Chacaltana, considera a las violaciones sexuales todavía como delitos contra el honor, al igual que el Código Penal de 1924. Desaciertos que en lo sustancial no afectan la calidad de la obra, pero que para un lector avisado no pasaran desapercibidos, sobre todo cuando alteran la realidad "real" de la novela, como en este caso.
Estas rupturas son mas frecuentes todavía en los culebrones nacionales, sobre todo cuando parte de la trama son los affaires judiciales. Los procesos judiciales que se recrean parecen sacados de las películas yanquis, responden a la realidad de aquellas latitudes, no a la nuestra.
"Puta Linda". Es el último título publicado por Fernando Ampuero. Dos cosas sobre este libro: hay que ser muy corajudo para sacar a luz una obra con aquél audaz título o simplemente hay que ser un Fernando Ampuero, Mario Vargas Llosa, Jaime Bayly u otro encumbrado del mundo literario, para permitirse esa extravagancia. No soy un crítico literario para juzgar la calidad de este libro que sencillamente me causo mucho placer el leerlo. Sin embargo he hallado un pequeño error en sus paginas interiores. No es mi intención parecerme a aquellas personas que solo tratan de ver manchas hasta en la esfera solar cuando lo que mas resalta es precisamente la luz, pero sentía que debía revelarlo: Ampuero confunde el término "hermanastra" por "hermana", cuando dice que Luzmila es hermanastra de Noemí, la puta linda, ambas hijas de Rosaura, pero de padres diferentes, lo que lleva a concluir que si son hermanas, en el peor de los casos "medias hermanas" , pero nunca hermanastras, pues esta palabra significa gramaticalmente "hijo de uno de los consortes con respecto al hijo del otro". Esta confusión no solo es ajena al libro, sino también se presenta con frecuencia en la vida real.