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miércoles, 6 de agosto de 2008

La Cifra Negra.



Un evento académico me había convocada a la ciudad de Lima. No recuerdo cuales fueron los temas abordados, pero de seguro que fueron jurídicos. Lo cierto del caso es que congregó, como ponentes, expositores, presentadores, inauguradores y demás personalidades, a las intelectualidades mas descollantes del país, así como también a funcionarios de las más altas esferas del sistema de administración de justicia. La sede era un lujoso hotel que prestaba todos los servicios cuyos gastos fueron sufragados por una ONG que auspiciaba el evento.
Abrumado por el sopor del verano limeño y la sosa charla del expositor de turno, decidí, antes de quedarme dormido en la butaca, recluirme en el cafetín (o como se llamen ahora estos lugares) en busca de una bebida helada. Para esto escogí el lugar más apartado del bar. A un costado mío, separado por una especie de tabique de madera finamente artesonado, se hallaba la zona “solamente para personas importantes” (zona “VIP” por sus iniciales en inglés). Sus ocupantes, quienes vestían muy formalmente trajes exclusivos y de marca, no habían reparado en mi presencia difuminada tras el biombo. Eran algunas de aquellas personalidades destacadas que reunidos en torno a una mesa venían conversando de lo más amenamente, pues de tanto en tanto el estallido de sus risas retumbaba en el ambiente vacío. Tengo dos defectos malsanos que no pocas veces me han generado algunos problemillas: uno es mi instinto irónico (si tal instinto existe) que lo confunden con el cinismo o la pedantería; y el otro es mi don de la observación (si se le puede llamar don). Precisamente jalonado por mi redomada curiosidad decidí quedarme a oír (la nitidez no podía ser mejor) aquella conversación, para saber que pensaban esos ilustres personajes a los que solo tenia la oportunidad de ver sus nombres reflejados en la carátula de un libro erudito, leer sus entrevistas en los diarios o escucharlos en la televisión. Para sorpresa mía el tema que los abstraía no tenía nada que ver con el evento, eran temas triviales, la formalidad había quedado en algún lugar entre el estrado y ese lugar. Al fin y al cabo eran de carne y hueso como nosotros los comunes mortales, expelían eructos y ventosidades, con toda seguridad. Eran tan igual a cualquier grupo de machos fanfarroneando sobre “las cosas de la vida”, sobre las hembritas, las trampitas y demás actividades machistas. Pero, no dejó de sorprenderme aún mas el lenguaje coprolálico que se empleaba, podrían haber hecho sonrojar al más desbraguetado inquilino de Lurigancho.[1]
De pronto alguien había hecho referencia a una “bajada”[2] practicada a su amante, como quién voltea la página de un diario o piden que le pasen la mantequilla. Ese fue el punto de partida para que otro afirmara, como una verdad de perogrullo, que todos alguna vez en su vida, si se consideraban bien machitos claro, habían participado de un aborto: “son gajes del oficio, compadrito, quién alguna vez no hizo abortar”. “Dios perdona el pecado, pero no el escándalo”. Fue lo último que escuche que alguno pontificaba, cuando caminaba de retorno al auditorio.
Físicamente estaba sentado en el auditorio, pero mi mente divagaba en muchas cosas. Realmente era cierto que muchas personas podían cometer delitos sin que sean tildados de delincuentes: acababa de comprobarlo personalmente hace unos instantes.
“El delito –como lo afirma el profesor noruego de criminología Nils Cristie- no es un concepto estático o fijo, y cuales acciones son consideradas delictivas varían históricamente y de una sociedad a otra”. En efecto una acción es etiquetada de delito arbitrariamente por el Estado a través del Poder Legislativo, este mismo poder puede dejar de considerar una conducta como delito: el ejemplo mas reciente en nuestra realidad es el Adulterio o el Desacato. Entonces delincuente sería, en términos criminológicos, la persona que ha cometido un delito.
¿Será cierto esto?. O sería mejor afirmar que delincuente es la persona que habiendo cometido un delito es descubierto y sancionado por el Estado. Claro en la práctica es así, de lo contrario todas aquellas personalidades que se ufanaban de haber cometido el delito de Aborto[3] serían delincuentes, pero no era así, por el contrario eran los adalides que desde diversos estrados y tribunas luchaban contra el delito y el delincuente, al menos eso se percibía en sus refinados y afectados discursos.
Esto último, la cantidad de delitos no denunciados, tiene relación con la llamada Cifra Negra de la Delincuencia. Las estadísticas oficiales en cuanto a las cifras delictivas se limitan a los delitos que son reportados o denunciados ante las autoridades competentes, pero esta información no es suficiente porque los delitos que no reciben este tratamiento pasan a formar parte de la cifra negra. Las razones por las que algunos delitos no son denunciados dependen de muchos factores y de la idiosincrasia del teatro social en los que tienen lugar. En la Criminología se afirma que sólo entre el 30 ó 40% de los delitos cometidos son denunciados, incluso hacen referencia a una especie de regla general: entre más grave es el delito, más se reduce la “cifra negra”; se dice que las víctimas realizan, antes de denunciar un hecho, un análisis de costo-beneficio, pues consideran que si la pérdida es pequeña, no vale la pena acudir a las autoridades y perder tiempo y dinero en inútiles papeleos, por ejemplo a quién le sustraen un televisor muchas veces le resulta mucho mas caro recuperarlo denunciándolo antes las autoridades que dejar impune el hecho y comprarse otro nuevo.
Pero esto no puede aplicarse de modo absoluto para todos los delitos, por lo menos no para el Aborto, a mi juicio, máxime en nuestra sociedad, son cuatro la razones más gravitantes para que los índices de abortos no denunciados sean muy elevados[4]: por temor o vergüenza a la investigación judicial, temor de perjudicar al autor cuando éste tiene una relación muy estrecha con la víctima, la denuncia puede afectar o perjudicar a la víctima y por la presión familiar y social de ser identificadas como víctimas de ciertos delitos que las estigmatizan y las hacen sentir humilladas.
Estas cuatro razones (o sinrazones mas bien) se condensan perfectamente en el refrán soltado a colación en la célebre charla del cafetín: Dios perdona el pecado, pero no el escándalo. Pero podría perfectamente quedar modificado del modo siguiente: Dios perdona el delito, pero no el escándalo.
[1] Es proverbial ya las lisuras proferidas por nuestro Cardenal Juan Luis Cipriano en una Escuela Técnica del Ejercito, de manera que no debería causar asombro que entre “machos” hasta los curas sean soeces y procaces.
[2] En jerga significa aborto.
[3] El Aborto en el Perú esta tipificado y sancionado, en sus diversas modalidades, en los Arts. 114 al 120 del Código Penal.
[4] En el mundo se practican 43 millones de abortos al año, el 90 por ciento en circunstancias inseguras, es decir, sin las condiciones médicas e higiénicas necesarias para llevarlo a cabo, sobre todo en países en desarrollo. Los abortos inseguros contribuyen el 14 por ciento de la mortalidad de las mujeres en el mundo; razón por la cual 82 mil mujeres mueren al año por esta causa (fuente: http://www.elsiglodetorreon.com.mx/).
En Perú hay 1,200 Abortos clandestinos por día (fuente: diario Trome del 24/07/2008).

miércoles, 16 de julio de 2008

Los Amores Tormentosos de Bolivar-


“La historia es la mentira encuadernada”.
Jardiel Poncela Enrique.

El tiempo es drástico. Quién no ha escuchado alguna vez en su vida esa frase. Si pues, el tiempo es inclemente con el aspecto físico de las personas. Siempre lo había tomado como algo que se dice sin convicción, por solo decirlo, como cuando soltamos un “hola cómo estas”, una frase hecha, coloquial. Pero nunca lo había comprendido, hasta ahora.
No recuerdo desde cuando se había implantado, imagino que ganado por la costumbre, las apoteósicas celebraciones de las bodas de plata de las diferentes promociones que habían culminado estudios secundarios en todos aquellos colegios que se arrogaban alguna tradición local. Por supuesto el Glorioso Colegio Ciencias no podía ser ajeno a esta costumbre, su reputación, que rebasaba incluso las fronteras patrias, tenía origen en su célebre fundador: Bolívar.
Cada promoción trataba de superar a su predecesora en ostentación y boato. Para esto se trataba, por todos los medios, que pudieran estar presentes aquellos condiscípulos que habían alcanzado el éxito personal. Esto se medía, como se estilaba en estos tiempos de la llamada “aldea global”, en el grosor de la billetera y las cuentas bancarias en las entidades financieras mas exclusivas. Pero ni siquiera el dinero era capaz de detener los estragos del tiempo. Ahí estábamos, casi todos con una prominencia abdominal que luchaba por salirse entre los botones de las camisas, algunas de marca, muchas de Gamarra. Ahí estaba el mas bacán de la clase, el que había enamorado a nuestra reina de belleza con el encanto de sus frondosos cabellos ensortijados, ahora con el sol de setiembre reflejándole en la calva, sin restos de aquellas hebras que parecían finos sacacorchos. Estaba también el mas lorna de la clase, a quién la fortuna le había sonreído en gringolandia donde contaba con una empresa de limpieza, escondido detrás de sus gruesas lunas, con la calvicie ganando piel a partir de la coronilla, pero, para sorpresa de todos nosotros, colgado –para colmo era chato- de una sensual morena de diminuta minifalda que dejaba ver su diminuto calzón (un hembrón, habíamos coincidido todos los compañeros sin atenuantes), todavía ebrio de la báquica borrachera que se había pegado la noche anterior, gastándole bromas pesadas a todo el mundo, como antes hacían con él. Por ahí andaba uno que había tentado con suerte en la política, a pesar de lo turbio de su mirada, quién tenía una sutil manchita, casi invisible, pero que ahora se había tornado en un enorme moscardón en la punta de la nariz que afeaba aún mas su rostro; sin embargo, a contrapelo de estos defectos, durante el desfile el locutor le había prodigado muchos elogios, como que era la representación viva del espíritu democrático de Bolívar. En fin los recuerdos y las anécdotas, salían a borbotones.
Precisamente guiado por los recuerdos y la nostalgia me aventuré a dar un paseo por el remozado colegio. Ahora me parecía mas pequeño que cuando estudiaba. Pero, a no ser por las muchas capas de pintura que se habían ido sucediendo en el tiempo, el colegio seguía igual, no había cambiado casi nada. Seguido por los ecos de mis pasos llegué al pabellón (¿Así se llamaban antes?) de los salones de Historia.
La historia es lo que se dice, pero quién te asegura que es lo que sucedió. Esa había sido la frase con que una mañana se presentó el profesor de Historia del Perú que reemplazaría al titular durante su ausencia en la semana. Los hechos no mienten –había continuado- pero la historia escrita si. Aquella mañana, para jolgorio de todos, se había corrido la noticia de que el profesor de historia había enfermado gravemente. Cuando estábamos a punto de volar al canchón a tirarnos la pera, se presentó el Auxiliar acompañado de un joven cuya cabellera, era muy evidente, se había resistido a ser peinado y que vestía un terno desgarbado. Personalmente siempre he creído que la historia oficial es aburrida porque es la narración sucesiva de los sucesos que sucedieron en el tiempo, pero mentidas sistemáticamente y que a la postre terminamos dándolo por cierto, de manera que su hipótesis me llamó la atención. El novel dijo muchas cosas aquella vez, entre ellas una batería de lugares comunes respecto a nuestros mas insignes héroes, pero lo que calo mas hondo en mi memoria fue lo referente a Bolívar. Fue honesto en declararse admirador del Libertador San Martín. Respecto del Argentino dijo que los hechos le habían dado la razón que lo que más convenía al Perú recientemente independizado era una gobierno de corte monárquico constitucional, esto habría evitado el caos y desorden interno y las guerras fraticidas por la toma de poder, que han sido una rémora para nuestro desarrollo, pero no confiaron en la buena fe del Libertador. Precisamente –afirmaba el historiador en ciernes- este fue el argumento para que Bolívar se ganara el aprecio de los Limeños, al fin y al cabo Lima era el Perú en aquél entonces; cuál habría sido argumento para que luego de la entrevista de Guayaquil San Martín dejara el campo libre para el arribo de Bolívar al Perú, como lo había venido planeando el venezolano desde hacía un tiempo atrás. Bolívar –espetó el suplente- es un hermoso mito creado por nuestros historiadores oficiales. Bolívar no fue un paladín de la Democracia, como se nos quiere hacer creer, antes bien fue un Tirano amañado, prueba de ello –levantó la voz dejándose ganar por la indignación- es la espuria Constitución Vitalicia, jurada el 9 de diciembre de 1826. ¿Saben qué? –nos preguntó sin esperar respuesta- No tuvo el más mínimo escrúpulo para dirigirle una carta a Gamarra, abogando por su propia Presidencia Vitalicia, afirmando que un presidente vitalicio era la inspiración más sublime de un régimen republicano. Tamaña patraña era una ofensa para el sentido común de los Peruanos. No me extraña el tenor de esa carta, –siguió discursando el profesor- pues desde antes de su llegada tenia un pésimo concepto de nuestros hermanos campesinos, los creía sub normales, truchimanes, ladrones, embusteros, falsos, sin ningún principio moral que los guíe; fue por eso que en 1826 derogó el Decreto dictado por San Martín el 27 de agosto de 1821 que liberaba a los indígenas de la vergonzante exacción que con el nombre de tributo pagaban los indígenas a la corona española. Hay muchas cosas más que indignan, por ejemplo el desmembramiento de mas de la mitad de nuestro territorio, aunque esa es otra historia –concluyó su discurso coincidiendo con la campana de final de clases-.
Recuerdo todo esto como si hubiera ocurrido ayer. Gran mérito del profesor aquél: decir la verdad desnuda en un colegio donde Bolívar era considerado algo así como un santo. A la mañana siguiente esperé en vano la presencia del reemplazante, alguien (siempre hay un soplón en clase), había ido con el chisme y el Director tuvo que cambiar de profesor: no se podían difundir ideas subversivas en un colegio de prestigio. Así sucede siempre, en tiempos de hipocresía cualquier sinceridad parece subversiva. Mucho tiempo después Herbert Morote (que saltó a la fama por denunciar haber sido plagiado por Bryce Echenique) destaparía estos hechos, además de otros (mas documentadamente claro), en su libro “Bolívar, Libertador y Enemigo Nº 1 del Perú”, el cual se los recomiendo si tienen curiosidad por el despedazamiento de nuestro territorio.
Y, que fue de los amores tormentosos se preguntarán. Simplemente el título. Un pretexto para atraer a los lectores. Creo que siempre nos hemos visto atraídos por lo sórdido, es como la miel para las moscas.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Acerca de putas, sinonimos de esta palabra y literatura.


El tema, en nuestro medio bastante pacato, aún levanta polvareda, cuando ya no debiera ser así, como si al evitar nombrarlo la prostitución dejaría de existir automáticamente. Sobre la prostitución se pueden decir muchas cosas desde la sociología, la medicina, la criminología, el Derecho, inclusive ahora último es parte del programa político de un candidato (Pastor religioso) a la Alcaldía de la capital mas desordenada de sudamericana: Lima.
Obviamente que puede merecer un ensayo riguroso y muy erudito, es decir que es una cantera muy prolífica para las especulaciones intelectuales de cualquier índole. Pero..., también puede resultar ilustrativo y porque no muy ameno referirse a esta erótica actividad. Esto último es lo que pretendo.
Alguna vez dije que estoy dominado por una curiosidad malsana, creo que mas que una virtud es un defecto. Mis amigos eufemisticamente dicen que tengo el "don de la observación" (que por cierto no esta incluido en la relación ortodoxa de "dones"). Bueno, lo cierto es que la curiosidad me llevó a indagar sobre el origen de tan célebre palabra, que antiguamente estaba vinculada únicamente a la prostitución femenina. Es sorprendente la cantidad de adjetivos y sustantivos que existen en nuestro idioma para designar a estas divinas compañeras ocasionales, fácilmente superan el medio centenar: casquivana, pelandusca, ligera de cascos, churriana, hetaira, maturranga, meretriz, metresa, pendanga, perendeca, pindonga, prostituta, puta, ramera, zorra, pelleja, peliforra, leperusa, golfa, lechuza, ave nocturna, mujer pública, de la vida, del oficio, del partido, etcétera, etcétera. No intento hacer un resumen etimológico de todas estas palabras, la labor sencillamente sería monumental, sin embargo hay algo que no ha terminado por convencerme, en cuanto a los lejanos orígenes de la palabra me refiero, es que la mayoría de ellas tienen relación con lo infame, con lo impúdico, con lo protervo, con lo desaseado, en fin con la oscuridad y todo lo infame (dicen las venerables voces de las mediocracias que los espíritus torvos esperan que caiga el telón de la noche para cometer sus fechorías).
Pero, hasta donde es cierto esto. Es decir necesariamente la prostitución se desarrolla en un ambiente de fango, de sentina, de hedor. Veamos el significado de alguna de estas palabras, por ejemplo: se denomina pelandusca porque va desgreñada, llena de harapos, legañosa, coscándose y rascándose; igualmente puta se origina del latín puteo, putes, que quiere decir "oler mal", de donde a su vez provienen las voces latinas putor, putoris, mal olor; putesco, putescis, podrirse, heder. De acuerdo a esto, las mujeres que se dedican a la prostitución serían, hoy en día, sencillamente repugnantes.
Así como en las ciencias ocurre que una hipótesis, en su tiempo revolucionaria, es superada por la realidad, que obliga a su vez el replanteo de una nueva teoría, en este caso también los orígenes etimológicos ya no reflejan el verdadero significado de estas palabras.
Tal vez en la infancia de la humanidad, pero tan luego que el tiempo hizo que las actividades humanas, la prostitución es una actividad humana, se tornen mas sofisticadas ya no; pues la historia ha registrado muchas de estas cortesanas que por el buen gusto y la refinería han marcado las pautas en la moda y maquillaje femenino, y estaban lejos de ser harapientas, legañosas y desaseadas: Laia de Corinto, o Targelia, que ejercieron esta profesión y tuvieron una gran influencia sobre los hombres más famosos, no solo por sus encantos corporales sino también espirituales, culturales; se dice también que las hermosas modelos que posaban para Caravaggio o Miguel Ángel eran prostitutas, escogidas de entre muchas "honestas", para mantener la euritmia de sus obras, claro de acuerdo a los cánones de belleza física de la época (ahora pasaría de obesas).
La ficción literaria es donde con mas contundencia se ha derribado el mito del ambiente pútrido de la prostitución (aún cuando solo sea la mas hermosa de las ficciones). El Premio Nobel José Saramago hace la descripción literaria más pura, transparente, sensual y erótica, a mi gusto, del primer contacto sexual que tuvo Jesús, el personaje histórico no el deificado, con María de Magdala. Antes de dejarse aprisionar, para siempre, con la desnudez, con la redondez de los muslos suaves y el aliento a trigal de la divina prostituta a la postre beatificada, el joven Jesús se sorprendió "porque nunca había visto nada tan limpio y ordenado, a diferencia del hogar de su madre (...). La cama no es aquella rústica estera tendida en el suelo con un cobertor pardo encima, este es un verdadero lecho, con cobertores, con colchas bordadas de lino de Egipto, perfumado con mirra, aloe y cinamono". En ese ambiente perdió Jesús su virginidad, si cabe el término, y su divinidad. De haber sido María de Magdala una harapienta, desgreñada, desaseada y sucia prostituta, como lo sugiere el origen de esta palabra, tal vez el verbo no se habría hecho hombre.
Claro, nada es absoluto. Deben existir, y muchas ah, cortesanas que se aproximan a los significados gramaticales detallados, pero esas, por el momento no despiertan nuestra curiosidad para diseccionarlas con estos comentarios banales, así como existen también aquellas chicas "tan buenas, que por pura camaradería o compasión se entregan a cualquier falaz criatura patética, a un viejo tronco caído o un puerco espín desconsolado" (Vladimir Nabokov: Lolita), por supuesto que si, pero esas pertenecen a otro género y tal vez a otro artículo.
Este comentario no pretende ser un panegírico de la prostitución, no, por supuesto que no, tampoco un ensayo filológico, sino tan solo dejar entrever la posibilidad de que el origen etimológico de una palabra no necesariamente es de aplicación actual, pero por sobre todas las cosas es el resultado del placer de escribir por escribir.

viernes, 7 de septiembre de 2007

La Oración, el último recurso de un bribón.


Tengo un amigo, amante de la filosofía, quién no obstante sus fatigosas ocupaciones laborales, en los resquicios de tiempo que le deja el trabajo y su familia, esta tratando de comprender la esencia trascendental de las cosas. El no es agnóstico, mucho menos un ateo, creo que por el contrario tiene una sólida vocación religiosa, de la mas rancia tradición judeo cristiana (o al menos eso es lo que uno infiere cuando le oye discursar sobre religión). A pesar de su acartonada formalidad, céltica, clerical es una persona que todavía conserva el sentido del humor, pero creo que no ha leído o no ha oído hablar de aquel poema atribuido a Jorge Luís Borges en el umbral de su muerte, porque no le gusta cometer errores o caminar descalzo en la hierba, y que nos cae como anillo al dedo cuando estamos remontando la colina de la vida y vemos nuestra vida en retrospectiva: Instantes.
En una ocasión, conociendo su afán por escarbar las cosas, en medio de una de nuestras acostumbradas conversaciones, de improvisto le solté esta frase: "la oración, el último recurso de un bribón". Al instante lo anotó en una pequeña agenda de pringoso forro imitación cuero que todavía luchaba por conservar el color negro de sus orígenes, cuyas páginas estaban atiborradas de escritos y anotes interpolados que solo él podía entender. Seguidamente se puso a reflexionar sobre la frase que él consideraba "profunda", filosófica (pues todavía ignoraba si se trataba de un adagio, refrán, sentencia o proverbio), de manera que el tema, según su entender, merecía una conversación matizada con cafés. Durante las tres o cuatro tazas de cafés que despachamos aquella tarde, a partir de las palabrejas que mordió su curiosidad aprendí bastante sobre temas muy variados. Vaya con el tipo, rebosaba conocimientos por todos sus poros, en primer lugar me explicó que Sentencia, no en el lenguaje abogadil, es todo dicho breve que lleva en sí un buen pensamiento, ora en materia moral, ora en materia religiosa, filosófica o política, por ejemplo, me dijo, "el perdón es la mejor venganza", esa es una sentencia; en cambio un Proverbio es un dicho breve y agudo, pero necesariamente moral: "quién comienza en juventud a bien obrar, señal es de no errar en senectud"; el Adagio por su parte es un dicho que encierra un pensamiento filosófico, pero expresado de un modo vulgar, con malicia, con chiste picaresco, sin tener la sabiduría de la experiencia: "casar y compadrar cada cual con su igual"; y pues el Refrán consiste en un dicho ingenioso, truhanesco, picante pero que ha de encerrar necesariamente una alegoría, es metafórico: "no se que te diga Antón, el hocico traes untado, y a mi me falta un lechón".
Entonces concluyó que "mi" frase era una sentencia y probablemente de origen Tomista, no descartaba haberlo leído alguna vez revisando incunables en un viejo seminario del norte.
¿Sabes que es orar? Me preguntó. Y sin esperar alguna respuesta mía repuso: Orar es ... Hablar con Dios, y ... para hablar con Dios es necesario que creas que Él es y que está para galardonar a los que le buscan. En otras palabras ... Tienes que tener Fe en el Dios de amor. Nuestra Fe es probada cuando hablamos con Dios, porque, estamos dirigiéndonos a alguien a quien nuestros ojos físicos no ven. Locura ... para el incrédulo, pero, para el creyente, es una necesidad y un deleite. Tú no ves al viento con tus ojos, pero sabes que existe porque lo sientes, ¿verdad? Lo mismo es con Dios, no lo vemos, pero, porque creemos en Él, lo sentimos. Y así continuó con su perorata histórico-filosófico-casuístico.
En efecto tenía sentido lo que decía y a medida en que citaba casos de personas notorias o formalmente ateas, a quienes luego se les veía, sin ningún pudor, compungidos, místicos orando en eventos religiosos públicos, caí en la cuenta de que yo también había sido testigo de muchas de estas "conversiones", es decir de personas que aparentemente la religión y sus misterios les tenia sin cuidado, verdaderos bribones, pero cuando de pronto se les presentaba un problema en el diario vivir, primero, como es obvio a su filosofía de vida, por decirlo de algún modo si es que estas personas tienen filosofía de vida, agotaban todas las posibilidades terrenales para solucionarlo, sin embargo cuando el circulo se iba cerrando y las repuestas materiales no llegaban, recurrían al último recurso: la oración.
¿Sabías que respecto de nuestro más insigne Ateo de la historia se corre el rumor de que en su lecho de muerte volteo el rostro hacia Dios y oró antes de alzar vuelo hacia el mas allá? Con esa pregunta me saco de mis reflexiones. Así es, continúo, aunque nunca confirmado claro, porque estas cosas se hacen sin testigos. Carlitos Marx, el mismo que afirmaba que la religión es una forma de alienación porque es una invención humana que consuela al hombre de los sufrimientos en este mundo, disminuye la capacidad revolucionaria para transformar la auténtica causa del sufrimiento y legitima dicha opresión; el consideraba que la experiencia religiosa no es una experiencia de algo realmente existente. Su punto de vista era claramente ateo: no existe Dios tampoco el alma, así de sencillo. Pero este gandul cuando esperaba a la pelada también recurrió al último recurso: oró encomendándose al Dios que había negado materialismo-cientifico-históricamente. Cuando nos despedimos olvidé citarle la fuente de la frase profundamente filosófica que nos había mantenido reflexionando mas de tres horas, claro más a él que a mí.
Al llegar a casa mis hijas estaban frente al televisor, mirando absortas una serie de dibujos animados, me despoje del traje y me senté junto a ellas. Allí estaba la familia norte americana de piel amarilla y ojos saltones que tanto nos divertía: Los Simpsons. Era un capitulo repetido: el díscolo y ateo Bart como siempre se había metido en problemas y había logrado ir sorteando las consecuencias, hasta que ya no cabía mas giro en la tuerca, excepto ponerse de hinojos al costado de la cama, entrelazar los dedos, poner el rostro lo mas beatíficamente posible y orar. En esos místicos momentos es sorprendido por la culta e inteligente Lisa quién cáusticamente le dice: aja, la oración, el último recurso de un bribón.
Esa noche antes de pescar el sueño todavía meditaba si sería atinado revelar a mi amigo la verdadera fuente de donde había obtenido la frase en cuestión o tal vez sería una falta de respeto a su seriedad científica por provenir de una serie de dibujos animados.
Ah, el pequeño granuja obtuvo el milagro que pidió al orar.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

A PROPOSITO DE LA CARTA DE DESPEDIDA DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ.


A PROPOSITO DE LA CARTA DE DESPEDIDA DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ.

Hace poco apareció publicado en este mismo diario un articulo de la poetisa Luz Samanez Paz (a quién no tengo el honor de conocer sino únicamente por referencias periodísticas, por estos mismos medios sé también que esta digna dama Abanquina ha sido homenajeada por la Asociación Latinoamericana de Poetas en la ciudadela de Machupicchu).1 Se afirmaba en el artículo en mención, muy tierno y poético por cierto, que el gran García Marquez, aquejado por una enfermedad terminal, había escrito una hermosa carta, a guisa de despedida, donde expresaba sus sentimientos a todos sus amigos.
Tiempo atrás había ya leído algo de esta famosa carta en el internet (el nuevo Abraxas [Dios del bien y del mal a la vez] de nuestros tiempos). Titulaba " La Marioneta". Se decía que lo había escrito Gabo aquejado por un cáncer linfático.
La epístola de marras me recordaba un poema, no menos famoso. Instantes, atribuido alguna vez a Jorge Luis Borges. Ambos tienen un aire, un tufillo a esa literatura de autoayuda del estilo Dale Carnegie, Prentice Mulford u Og Mandino: disfruta-el-día-se-positivo. Llevado por mi voraz curiosidad pude informarme además, en ese maremagnun de información del ciberespacio, de que Gabo no era pues el autor de aquella carta, que incluso alguna vez había renegado de ella afirmando que "lo que realmente me puede matar es la vergüenza de que alguien crea que de verdad fui yo quién escribió una cosa tan cursi". Pero, inconteniblemente la carta se había difundido, literalmente, por el orbe para vergüenza del escritor colombiano.
Este fenómeno no es nuevo en la literatura. Así como se plagian desde artículos periodísticos hasta obras enteras (recuérdese el affaire Bryce Echenique), existen anónimos escritores que atribuyen a un famoso autor una creación propia. O simplemente algunos guasones inescrupulosos que difunden una obra, como falsas monedas que circulan de mano en mano desconociéndose su espurio origen, suplantando a su oscuro creador por una luminaria. El internet ha hecho más fácil esta labor y hay mucha gente, incluso intelectuales de la talla de nuestra galardonada versadora, que de muy buena fe caen en este ardid.
Son pocos los que alguna vez no han leído o por lo menos oído hablar del poema cuya paternidad le atribuyeron a Borges. Instantes. Sin embargo aún ahora mucha gente cree que efectivamente es así, aún cuando la propia Maria Kodama, viuda del argentino, lo haya desmentido, aún cuando se hayan escrito extensos ensayos literarios para diseccionar el estilo y demostrar que ese poema no podía pertenecerle por ningún motivo, ni siquiera por la época cronológica en que se difundió. Ni siquiera porque se aludieron a Nadine Stair o Don Herald como posibles autores de aquella creación cuyo rótulo en ingles era algo así como If i had my life to live over. Muchas personas siguen pensando que Borges escribió aquel poema que algunos intelectuales han estigmatizado como un bodrio, menos severos que García Marquez que calificó simplemente de cursi a "La Marioneta".
Volviendo a nuestra ya famosa "carta de despedida de un genio", de la que el propio genio de Aracataca siente vergüenza que se le vincule: es muy probable que su autor sea el cómico mexicano Johny Welch, quién habría publicado en 1996 (habría digo porque no lo he visto ni lo he tocado) un libro titulado "Lo que me ha enseñado la vida", donde se puede hallar la misiva con el título de "Si yo tuviera vida".
Sea cierto o no lo que se rumorea en la red, pero la verdad es que esta carta ha cobrado vida propia y ahora es tan famosa como el creador de Macondo y la saga de los Aureliano Buendía.
Abancay, agosto 22 del 2007.

CONVICTO Y CONFESO.


CONVICTO Y CONFESO.
Algunas precisiones con relación a estos dos términos.

Hay palabras en el habla común con bastante arraigo que no podemos deshacernos de ellas y las utilizamos muchas veces ignorando su real significado y su mas remoto origen. Por ejemplo es frecuente escuchar que la gente al adquirir sus productos en una tienda de barrio y hasta en los grandes almacenes solicite "cuáquer" en lugar de avena; "kolinos" por un dentífrico; "guillette" por las hojas de afeitar, y así por el estilo. Los dependientes al oír estos términos ya saben de que se trata. Estas palabras tienen su origen en las marcas de registro, sin duda muy difundidas, de algunos de estos productos que se remontan todavía a nuestros abuelos, de quienes los hemos legado como un inconsciente colectivo que se transmite de generación en generación.
En el ámbito judicial también existen arcaísmos, latinazgos y otras palabras que suelen utilizarse en los documentos jurídicos, muchos de ellos han perdido vigencia, pero algunos conservan su actualidad, solo que no se les da el uso adecuado, de manera que al ubicarlos en el lugar inadecuado le dan otro cariz a la frase o mensaje que quería transmitir la persona (la que aboga, la que juzga o simplemente la que comenta). Sucede esto con la palabra convicto.
Quién haya leído con detenimiento documentos jurídicos (resoluciones judiciales, dictámenes, recursos, etcétera), en todas las instancias, se ha encontrado con algo similar a esto:
1) Exp. Nº 967-88 Huánuco.
DICTAMEN FISCAL
SEÑOR PRESIDENTE DE LA SEGUNDA SALA PENAL DE LA CORTE SUPREMA:
Viene el proceso en recurso de nulidad (...) El sentenciado ante la policía y ante el juez (fs. 7 y 40) ha manifestado que adquirió la droga (...). Es convicto y confeso (...)
2) (...) Las diligencias y pruebas actuadas durante el curso del proceso, aparte de poner en evidencia la plena responsabilidad de los encausados que son convictos y confesos en el execrable crimen cometido, exterioriza conductas alevosas y pérfidas en sus autores (...)
3) (...) los acusados (...) al prestar sus correspondientes declaraciones instructivas que corre del primero a fojas veintiséis, veintisiete y veintinueve y del segundo a fojas cuarentisiete y cincuenticinco son convictos de la comisión de los hechos (...).
4) (...) El acusado es convicto y es confeso cuando dice que orientado por el ingeniero (...) es que llenó una planilla de pagos para supuestos seis trabajadores (...).
En muchas de estas piezas jurídicas se utiliza como sinónimo de confeso la palabra convicto, cuando ambas tienen significados muy distintos. Convicto, no es un arcaísmo ni nada por el estilo, para los fines del presente comentario, tiene dos acepciones: en primer lugar se denomina así al acusado a quién se le ha probado su delito legalmente o con verdad procesal (que es distinta a la verdad real), por ejemplo: "reo convicto del delito de Homicidio"; pero, también se dice, como un adjetivo utilizado en el campo del Derecho, del reo a quién legalmente se ha probado su delito, aunque no lo haya confesado.
Esta es la gran diferencia con la palabra Confeso, que como adjetivo se dice del acusado o penitente que ha confesado su delito o culpa; o también, ya más específicamente, se denomina confeso al reo o al litigante que ante el juez declara su culpabilidad o su falta, verbi gratia: "confesó el crimen, se confesó culpable".
Anotadas estas diferencias, resulta pues un contrasentido, una incongruencia citar como sinónimos estas dos palabras, cuando tienen implicancias antípodas.
El término confeso es muy utilizado en nuestro contexto judicial, a diferencia de convicto, incluso esta considerado como un Derecho Premial, es decir que implica una atenuación genérica, una rebaja al momento de imponerse la sanción penal a una persona que se haya declarado culpable de los cargos ( Art. 136 del Código de Procedimientos Penales y Art. 46, Inc. 10 del Código Penal)
Por el contrario convicto es de uso común en al ambiente judicial norte americano. Como se sabe los gringos cuentan con un sistema procesal acusatorio o adversarial y al momento de dar inicio a sus juicios penales el magistrado le pregunta, de inicio, al acusado si es autor del delito que se le imputa. Si este responde afirmativamente el Juez declarará la conclusión del juicio, en caso contrario el proceso continuara hasta la decisión del jurado, de manera que si se le declara culpable, automáticamente ese reo adquiere la condición de convicto, que es como le denominan también en los establecimientos penitenciarios. El Código Procesal Penal cuya vigencia se viene implementando adopta este sistema y ha contemplado también la hipótesis anterior en el Art. 372, entonces ya no será nada raro, en lo venidero, hacer un uso adecuado de esta palabra.

¿PUEDE LA LITERATURA DESBORDAR EL CONTEXTO SOCIAL EN EL QUE SE DESARROLLA LA TRAMA?


¿PUEDE LA LITERATURA DESBORDAR EL CONTEXTO SOCIAL EN EL QUE SE DESARROLLA LA TRAMA?

Quién tenga alguna afición por la literatura y con cierta regularidad se despacha un buen libro, sabe que la ficción esta construida sobre tres aspectos: el espacial (el lugar o lugares donde el autor recrea su imaginación), el temporal (los tiempos en que se desarrolla la historia) y el nivel de realidad (que puede ser, como alguna vez los denominó Vargas Llosa, el mundo "real" y el mundo "fantástico").
No tenemos la intención de desarrollar en este breve espacio teorías o técnicas de la redacción literaria, que muy bien y mucho mas ampliamente podrían encontrarlo en cualquier libro de la materia, tan solo hacer una referencia del nivel de realidad que puede observarse en algunas obras literarias a partir de nuestra experiencia como lector, de un mordido por la literatura.
Así entonces, citando nuevamente a Mario Vargas Llosa, quién para mi gusto es uno de los mejores escritores del país de todos los tiempos, el mundo "real" en una obra literaria esta constituido por toda persona, cosa o suceso reconocible y verificable por nuestra propia experiencia del mundo (la política, la guerra, un proceso judicial, el amor, etcétera); por ejemplo la mayoría de los cuentos de Julio Ramón Ribeyro pertenecen al "mundo real", sean estos existenciales, autobiográficos, raciales, de circunstancias, etcétera; igualmente la novela histórica de Truman Capote "A sangre fría", en donde se narra todos los pormenores del proceso judicial que concluyo con la pena de muerte de dos jóvenes que asesinaron a toda una familia en la Norteamérica del siglo pasado, comprenden hechos verificables por nuestra experiencia humana. Podrían citarse innumerables obras mas.
En tanto que el mundo "fantástico" resulta siendo todo lo contrario abarcando lo mágico, lo milagroso, lo legendario, lo paranormal, lo mítico, etcétera. Verbigracia: el "Pedro Páramo" de Juan Rulfo; "Chac Mol" de Carlos Fuentes; los cuentos de Jorge Luis Borges, entre muchos otros.
Hay creaciones literarias que se sitúan en estos dos planos: el "real" y el "fantástico", un ejemplo es la mega novela recientemente homenajeada "Cien años de Soledad" de Gabo García Marquez o el famoso mini cuento de Augusto Monterroso "El Dinosaurio" (Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí).
Ahora bien, cuando se trabaja en una ficción literaria dentro del nivel del "mundo real" obviamente se tienen que respetar algunos parámetros. Habría un quiebre, por ejemplo, en el contexto de la novela "A sangre fría" si a Perry y Dick, los asesinos de los Clutter vecinos de Holcomb, Kansas, les hubieran procesado bajo nuestro sistema procesal, es decir con un Juez Instructor y luego sometidos a un Juicio Oral con intervención de tres vocales, aplicándose una realidad muy ajena a la sociedad norteamericana.
A eso es lo que apuntamos con el presente comentario. Hacer notar algunas rupturas del mundo "real" en las obras literarias, que por cierto no le quitan mérito, ni calidad a la creación intelectual. "Abril Rojo", de Santiago Roncagliolo, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2006, una fabulosa novela situada en el plano del mundo "real", muy bien elaborada, un libro que jala de principio a fin. El protagonista de esta interesante ficción es el Fiscal Distrital Adjunto Félix Chacaltana Saldivar. Pero el membrete rompe el contexto social en que se desarrolla la trama. En el Perú, nótese que la aventura tiene lugar en la ciudad de Ayacucho entre marzo y abril del año 2000, no existen en la "realidad" los Fiscales Distritales, es un cargo del sistema de justicia Norteamericano. Igualmente en este mismo libro el autor, mediante el Fiscal Chacaltana, considera a las violaciones sexuales todavía como delitos contra el honor, al igual que el Código Penal de 1924. Desaciertos que en lo sustancial no afectan la calidad de la obra, pero que para un lector avisado no pasaran desapercibidos, sobre todo cuando alteran la realidad "real" de la novela, como en este caso.
Estas rupturas son mas frecuentes todavía en los culebrones nacionales, sobre todo cuando parte de la trama son los affaires judiciales. Los procesos judiciales que se recrean parecen sacados de las películas yanquis, responden a la realidad de aquellas latitudes, no a la nuestra.
"Puta Linda". Es el último título publicado por Fernando Ampuero. Dos cosas sobre este libro: hay que ser muy corajudo para sacar a luz una obra con aquél audaz título o simplemente hay que ser un Fernando Ampuero, Mario Vargas Llosa, Jaime Bayly u otro encumbrado del mundo literario, para permitirse esa extravagancia. No soy un crítico literario para juzgar la calidad de este libro que sencillamente me causo mucho placer el leerlo. Sin embargo he hallado un pequeño error en sus paginas interiores. No es mi intención parecerme a aquellas personas que solo tratan de ver manchas hasta en la esfera solar cuando lo que mas resalta es precisamente la luz, pero sentía que debía revelarlo: Ampuero confunde el término "hermanastra" por "hermana", cuando dice que Luzmila es hermanastra de Noemí, la puta linda, ambas hijas de Rosaura, pero de padres diferentes, lo que lleva a concluir que si son hermanas, en el peor de los casos "medias hermanas" , pero nunca hermanastras, pues esta palabra significa gramaticalmente "hijo de uno de los consortes con respecto al hijo del otro". Esta confusión no solo es ajena al libro, sino también se presenta con frecuencia en la vida real.